lunes, 31 de enero de 2011

El cuenco de madera

Un hombre anciano vivía con su hijo, su nuera y su nieto de 4 años. Las manos del anciano temblaban, su vista estaba nublada y su paso era inseguro. La familia solía sentarse unida a la mesa, pero las manos temblorosas y la mala vista del anciano hacían difícil la comida. Los guisantes se caían de la cuchara al suelo. Cuando agarraba el vaso, la leche se derramaba en el mantel.

Esto era irritante para su nuera y su hijo, que dijo "Tenemos que hacer algo con mi padre. Ya estoy cansado de esa leche derramada, de su ruido al comer y de la comida en el suelo". Así pues, colocaron una pequeña mesa en un rincón. Allí pusieron a comer al anciano sólo mientras el resto de la familia disfrutaba las cenas. Como el viejo había roto ya un par de platos, le servían la comida en un cuenco de madera.

A veces podía verse una lágrima en el ojo del anciano mientras comía sólo. Aún así, las únicas palabras que la pareja tenía para él eran de reprensión cuando se le caía el tenedor o la comida. El niño de 4 años observaba todo en silencio.

Un día antes de la cena, el padre notó que su hijo estaba tratando de tallar algo con un trozo de madera. "¿Qué haces hijo?" le preguntó al chiquillo. El niño respondió sonriendo: "Oh, sólo estoy haciendo un pequeño cuenco para mamá y para tí, así podréis comer cuando yo crezca".

Aquella noche, el marido tomó al abuelo y lo volvió a sentar con amabilidad a la mesa con el resto de la familia, donde siguió comiendo cada día.

Por David Lagerfeld


Traducido de: http://www.davidsemporium.co.uk/_FORTYTHREE3.html

viernes, 21 de enero de 2011

La desilusión con tu Iglesia

La gente se desilusiona con la Iglesia por muchas razones, que son entendibles. Podría hacerse una larga lista: conflictos, heridas, hipocresía, negligencia, insignificancias, legalismo, y otros pecados.

En lugar de impresionarnos o sorprendernos, debemos recordar que la Iglesia está hecha de pecadores reales, incluidos nosotros mismos. Al ser pecadores, nos hacemos daño. Unas veces intencionadamente y otras sin intención. Pero en lugar de abandonar la iglesia, necesitamos quedarnos y solucionarlo si es posible. La reconciliación, y no el huir, es el camino a un carácter más fuerte y un compañerismo más profundo.

Divorciarte de tu iglesia al primer signo de desconformidad o desilusión es un signo de inmadurez. Dios tiene cosas que quiere enseñarte a ti y a otros también. Además, no existe una iglesia perfecta a la que escapar. Cada iglesia tiene su propio conjunto de debilidades y problemas, y pronto volverás a estar inconforme.

Groucho Marx era famoso por decir que no querría pertenecer a un club que lo aceptase como miembro. Si una iglesia tiene que ser perfecta para satisfacerte, esa misma perfección te excluirá...¡porque tú mismo no eres perfecto!

Dietrich Bonhoeffer, el pastor de Alemania que fue martirizado por resistir a los Nazis, escribió un libro clásico sobre el compañerismo "Life Together (vida juntos)". En él, sugiere que las desilusiones en nuestra iglesia local son buenas porque destruyen nuestras falsas expectativas de perfección.

Cuanto más pronto dejamos la ilusión de que la Iglesia debe ser perfecta para amarla, más pronto dejaremos de aparentar y comenzaremos a admitir que todos somos imperfectos y necesitamos la Gracia. Ese es el principio de una verdadera comunidad.

Todas las iglesias podrían poner un letrero "No se necesita gente perfecta. Este lugar es sólo para aquellos que admiten ser pecadores, necesitados de Gracia, y que quieren crecer."

Rick Warren - "The purpose driven life"